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ALCORTA: JORNADAS SOBRE MATERNIDAD / Ariel Palacios
PARIRÁS CON PODER
Brutal o sutil, y generalmente invisible, la violencia obstétrica es un modo de abuso de lo más habitual en los ámbitos de la salud. Para poner sobre la mesa de discusión pública este tema, reflexionar acerca del mismo y comenzar a generar cambios, integrantes de la agrupación Las Casildas estuvieron en Alcorta los días 12 y 13 de febrero de 2016 desarrollando una serie de actividades. Auspiciadas por la Comuna local a través de su Secretaría de Salud, el cronograma de dichas actividades incluyó la presentación en la Sala Grito de Alcorta del Observatorio de Violencia Obstétrica; dos talleres -uno en el Samco y otro en barrio La Pluma- referidos a maternidad y derechos; y la proyección del documental "Puja" en la Biblioteca Popular Belisario Roldán.
UN TEMA PARA LA AGENDA PÚBLICA
Entre las distintas formas de violencia sufridas por las mujeres -y naturalizadas al punto de volverse invisibles, aún en sus manifestaciones más palpables- aparece la violencia obstétrica.Es decir, la violencia ejercida en ámbitos de la salud entorno a situaciones de embarazo, parto y postparto.
Dicha forma de abuso de poder presenta varias aristas -que van desde lo cultural a lo médico, pasando por el diseño o ausencia de políticas de Estado que aborden la cuestión- y expresa modos de relación entre personas basados en el control y no en la autonomía, o en el sometimiento liso y llano en detrimento de vínculos cimentados en los Derechos Humanos.
Para poner sobre la mesa de discusión pública este tema, reflexionar acerca del mismo y comenzar a generar cambios, integrantes de la agrupación Las Casildas estuvieron en Alcorta los días 12 y 13 de febrero de 2016 desarrollando una serie de actividades. Auspiciadas por la Comuna local a través de su Secretaría de Salud, el cronograma de dichas actividades incluyó la presentación en la Sala Grito de Alcorta del Observatorio de Violencia Obstétrica; dos talleres -uno en el Samco y otro en barrio La Pluma- referidos a maternidad y derechos; y la proyección del documental "Puja" en la Biblioteca Popular Belisario Roldán.
Prensa Regional estuvo presente en distintos momentos de estas jornadas, entrevistó a sus coordinadoras y vuelca sobre el papel enfoques, datos y testimonios referidos a una realidad compleja que si bien se evidencia a través de prácticas médicas que deshumanizan, se enlaza a una larga tradición de prejuicios y patriarcalismo.
LAS COSAS POR SU NOMBRE
En diálogo con este periódico, Julieta Saulo, una de las integrantes de Las Casildas abordó la génesis y características del grupo, y el por qué de la creación del Observatorio de Violencia Obstétrica (un estudio cuantitativo y cualitativo sobre la materia) presentado en Alcorta: "Venimos trabajando hace varios años, desde 2011, desde distintas acciones, generando distintos dispositivos. El dispositivo más fuerte que tenemos ahora es una obra de teatro con debate posterior, y a raíz de todo el trabajo que hicimos con ese dispositivo generamos el Observatorio de Violencia Obstétrica, como una necesidad de empezar a cuantificar y hacer un relevamiento contundente en base a todas las historias que pudimos ir conociendo a raíz de todos los viajes que hicimos el año pasado. Somos distintas mujeres, y hay un varón también, de distintas profesiones (psicóloga social, actriz, bióloga, socióloga, abogada, partero) que conformamos un grupo interdisciplinario, cada quien desde su lugar genera su aporte para crear herramientas y trabajar los derechos sexuales y reproductivos. Ahora estamos muy abocadas a este tipo de violencia, la violencia obstétrica, que está por demás naturalizada e invisibilizada. Entonces, de ahí el Observatorio: de la necesidad de visibilizar una problemática que sucede, y mucho".
Por su parte, Violeta Osorio, otra de las integrantes Las Casildas, se sumó a la charla y compartió la definición de lo que se entiende por violencia obstétrica: "La violencia obstétrica, según la ley argentina, está tipificada en la Ley 26.485, ley de protección integral contra la violencia de género, y se la marca como aquella que ejerce el personal de salud sobre los procesos sexuales y reproductivos de la mujer. Y esto se traduce en trato deshumanizado e intervención y medicalización de rutina en el embarazo, parto y postparto".
¿Qué consecuencias trae aparejada esta clase de violencia? Osorio lo sintetizó en los siguientes términos: "La violencia obstétrica tiene grandes consecuencias a nivel de la mujer que ha vivido su parto de una manera traumática. Incluso hay mujeres que relatan que tienen síndrome de stress postraumático después de la situación vivida en la escena del parto, tal y como la relata una víctima de abuso o violación. Esta sensación de la intervención sobre el cuerpo, de pedir 'no quiero, déjenme, no puedo más, me duele mucho', y de no ser escuchadas en sus pedidos. Entonces ahí hay algo que tiene que ver con la mujer, con la sensación de su cuerpo, de su integridad, de mujeres que por ejemplo eligen no volver a ser madres, o de entrar a lo que se supone es uno de los días más felices de tu vida por el recibimiento de tu hijo y salir como con una historia nefasta a nivel personal. Esto también influye en la relación con el bebé, no en todas pero puede influir, por esta sensación de presión. De sentir que hay algo que no cierra, que no encaja, que se supone que tengo 'que estar feliz pero no lo estoy', y esto no les permite terminar de generar el vínculo como quisieran. También, por ejemplo, uno de los eventos de la violencia obstétrica es la separación sin necesidad entre la mamá y el bebé. O sea: cuando el bebé acaba de nacer y se lo llevan y no sabemos ni dónde fue. Eso también genera toda una consecuencia en ese vínculo que se ve en lo que es la lactancia, pero también en el vínculo emocional. Y las secuelas de la violencia obstétrica pueden afectar a toda la familia de la mujer, que debería ser la red de contención ante estas situaciones".
ZONA DE TOLERANCIA
Si bien la violencia obstétrica se manifiesta tanto en los ámbitos de la salud pública como en los de atención privada, surgió el interrogante acerca de los alcances sociales de la misma. Para evacuar cualquier duda al respecto, Violeta Osorio consignó que "la violencia obstétrica no 'discrimina'. Atraviesa a todos los sectores sociales. También es mundial, no es una problemática de Argentina ni de una parte de la misma: es mundial. Hay ciertas cosas que se pueden ver más en un sector que en otro. Hay mayor tendencia a trato deshumanizado -lo que son, por ejemplo, los comentarios descalificadores, los sobrenombres- en el sector público, pero es poca la tendencia. Y hay una mayor tendencia al uso de cesáreas innecesarias en el sector privado. Pero a nivel general la violencia obstétrica atraviesa a toda la población".
¿Cuáles son las razones por las cuáles se toleran abusos como los que venimos señalando? Desde los dichos cotidianos que hacen al sentido común hasta la formación terciaria y universitaria de los profesionales de la salud, hay un amplio terreno de supuestos y verdades que terminan por justificar violencias. En referencia a ello, Violeta Osorio expresó: "Existe como un paradigma de atención al nacimiento que se ha impuesto a nivel cultural -más allá de lo que los médicos ejercen, y es lo que en la sociedad creemos y esperamos que debe ser una atención al nacimiento- y consideramos que está bien que las mujeres entremos a parir, nos acuesten, nos aten, nos abran las piernas, nos hagan tacto. Es como que esto nos parece normal y no nos resuena mal justamente porque pasaron generaciones y generaciones escuchando este mismo relato. Yo, como mujer, escucho el relato de cómo fue mi nacimiento, de cómo mi mamá me cuenta, y de cómo a su vez fue el de la vecina. Entonces todos avalamos esta violencia. Por eso se dice que es una de las violencias más invisibles y naturalizadas: porque damos por hecho que la atención al parto es así. Es decir, que lo que corresponde cuando yo entro a parir es que me corten, se me suban a la panza, me aten, me acuesten, porque es lo 'normal'. Entonces es muy difícil cuestionarlo. Y no es sólo una cuestión del sector médico, sino que es una cuestión cultural".
A su vez, Josefina Cramma apuntó que "a esto se suma el modelo de formación de los profesionales de la salud", y otra de las integrantes de Las Casildas, Ester Azzola, completó: "hay un referente, que es Eduardo Menéndez, antropólogo, que define el modelo médico hegemónico, y de hecho la palabra 'hegemónico' significa 'otorgado por la sociedad'. O sea que este modelo existe y subsiste porque la sociedad misma lo reconoce y le otorga el poder".
Como en todo abuso de poder ejercido sobre una mujer, las marcas del patriarcalismo (preminencia de la figura del hombre y de su mandato) también aparecen en lo que respecta a la violencia obstétrica. Sobre este punto, Violeta Osorio dijo: "En esto del patriarcado hay algo muy interesante, y es que en el modelo de mujer que espera el patriarcado devenir madre implica el sacrificio. Las 'buenas' madres nos 'sacrificamos' por nuestros hijos. Entonces, tenemos que sufrir: 'parirás con dolor'. Con lo cual, decir que la pasé muy mal, que fui maltratada, habla de mi valía como madre. De todo lo que yo me sacrifiqué para que mi hijo o hija esté bien. Esto me da un valor social. Dentro del patriarcado me da un status de madre".
DENUNCIA, INFORMACIÓN, PREVENCIÓN
A lo largo de las jornadas desarrolladas en Alcorta sobre violencia obstétrica, las representantes de la agrupación Las Casildas hicieron hincapié en varias ocasiones en lo concerniente a las denuncias en casos de abuso y a los alcances de éstas. Prensa Regional quiso saber algo más al respecto, y Julieta Saulo tomó la posta: "Hay mecanismos de denuncia. Nosotros desde el Observatorio lo que estamos haciendo es observar si esos mecanismos son útiles o no. Actualmente hay tres modelos de carta de denuncia, que se elevan a la institución, a la Defensoría del Pueblo y otro al INADI (Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo) y se da curso". No conforme con la respuesta, la psicóloga social agregó: "No es que con la denuncia se logra sacarle la matrícula a ese profesional, lo que sirve es para vehiculizar, inicialmente, esa vivencia; para que los profesionales y las profesionales puedan repensar esas prácticas, ya que se hacen generalmente sumarios internos. Entonces sirve para que los profesionales piensen de nuevo, por ejemplo, una episiotomía de rutina, y eso ya es un montón. Es decir, profesionales repensando sus prácticas a partir de las vivencias de las mujeres. Por eso desde nuestro lugar siempre alentamos a las mujeres que se hayan sentido violentadas a vehiculizar las denuncias, aclarando que son procesos largos, obviamente procesos dolorosos, y quizás aparezca esta cosa de querer que ese profesional no atienda nunca más. Bueno, en esta instancia no lo vamos a lograr. Lo que podemos lograr es que el sistema se repiense".
Otro de los aspectos salientes de los encuentros protagonizados en nuestra localidad fue el intercambio generado a partir de la mención de la información como instrumento de poder y prevención. Julieta Saulo resumió la idea para este periódico y sus lectores: "Sentimos que la prevención es el camino, y por eso hay que informarse. Uno de nuestros ejes de trabajo tiene que ver con esto de que la información empodera. No es lo mismo llegar absolutamente desinformada, que llegar con un ápice de información, y más teniendo en cuenta que el sistema no te informa: te desinforma. Y actúa sobre tu cuerpo como al sistema mismo le parece que debe accionar. Entonces realmente apelamos mucho a que las mujeres, independientemente del estrato social y del lugar en el que vivan, se informen. Que sepan que tenemos dos leyes maravillosas. Hemos tenido la posibilidad de ir a otros países y realmente en materia legislativa nosotros estamos en avanzada con respecto a otros lugares. Nos pasó de ir a Paraguay y ver que no tienen nada, y percibimos por contraste lo que tenemos nosotros: la ley 25.929, la ley 26.485, que nos sirven para enmarcar toda esta problemática. En lugares cercanos de Latinoamérica no hay absolutamente nada. Entonces hay que aprovechar las herramientas que tenemos, conocerlas. La gran mayoría de las mujeres no las conocen, y las instituciones menos".
Información, poder, prevención. Las consideraciones no terminaron ahí, y Ester Azzola hizo conocer la suya: "Es muy importante remarcar que no sólo el discurso de la prevención tiene que caer, como la responsabilidad, en la mujer. También debe involucrar al Estado, a las instituciones, y que toda la sociedad se haga cargo de los actos de violencia porque de lo contrario se recae siempre en el modelo sanitario, en el cual la persona aparece como la única responsable de lo mal que la está pasando. Por eso no queremos que sea sólo prevención personal, individual, sino que queremos que sea prevención institucional, colectiva, social".
Por estos días, el Programa Nacional de Salud Sexual y Reproductiva -íntimamente ligado en su aplicación a las temáticas abordadas en este artículo periodístico- sufre una serie de modificaciones que, por decisión del gobierno nacional, altera el rumbo para el que fue concebido. Las Casildas tienen una visión "totalmente crítica" de dicha medida, y para Julieta Saulo "en torno al nuevo gobierno, al cambio, no se plantea abiertamente cerrar el programa pero se lo está desmantelando. Las personas no tienen funciones, se están despidiendo trabajadores y trabajadoras. Desde nuestro lugar elevamos un comunicado. Entendemos que es una manera política de cerrarlo: no digo abiertamente que lo hago, pero no te destino presupuesto, echo a la gente, a la directora no le doy funciones, entonces el programa no funciona".
A pesar de esta noticia, la actividad del grupo continúa.
Se multiplica en las voces y experiencias de hombres y mujeres que, como sucedió en la localidad el 12 y 13 de febrero, revisan los vínculos humanos en pos de desterrar violencias, en este caso la violencia obstétrica. Presentación de informes, talleres, ciclos de proyección de películas y documentales con debate incluido conforman parte del trabajo que trasciende a Las Casildas ya que, en definitiva, son las comunidades las que encaran la labor de pensarse a sí mismas.
Eso fue lo que ocurrió en estos días. Acá nomás, a la vuelta.
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Imagen: Revista Enredo. Diciembre 2015.
Ariel Palacios: Escritor y periodista nacido en Alcorta en 1973. Es licenciado en Comunicación Social (UNR, 2002). Colaboró con el Instituto Gino Germani (Facultad de Ciencias Sociales, UBA) en una investigación sobre el impacto de las políticas de los años 90 en los pueblos rurales de la pampa húmeda. Desde el año 1997 dirige la Revista Postales (Alcorta), y es redactor del periódico Prensa Regional. En televisión, obtuvo los premios ATVC 2001 y ASTC 2003 por "Audiencia debida. Crónicas del sur" (Cablevisión Alcorta / Sacks Paz Televisora); y el Premio Juana Manso 2011 por "Estación Sur", en las mismas emisoras. En 2003 publicó "Historias a campo traviesa. Sangre, soledades y fuegos en la Argentina rural" (Tropiya / UNR Editora) y en 2009 "Combatiendo al capital. Rucci, sindicatos y Triple A en el sur santafesino" (Editorial Municipal de Rosario), en co-autoría con Jorge Cadús.