Crónicas
HISTORIA POLÍTICA DEL NARCOTRÁFICO / Carlos Del Frade
LA MEMORIA DE LAS BALAS
Catorce disparos impactaron contra la casa del gobernador de Santa Fe, Antonio Bonfatti, el viernes 11 de octubre, en el momento del tercer gol de la selección Argentina contra Perú. Fue en el barrio Alberdi, zona norte de Rosario, la ex ciudad obrera, ferroviaria y portuaria. No lo mataron de casualidad. Fue el atentado político más grave de la historia política desde la recuperación de la democracia en 1983. Al mismo tiempo, la sangre de nuestros pibes se sigue derramando en el altar cotidiano del capitalismo, sus negociados y sus olvidos
Cuatro encapuchados se bajaron de dos motos y comenzaron a tirar con pistolas 45, las técnicamente denominadas 11.25. Armas oficiales de las fuerzas de seguridad. Armas de guerra. Casi todas las semanas ocurre algo similar en los barrios. En la causa donde se investiga el triple crimen de Villa Moreno, ocurrido el primero de enero de 2012, las escuchas telefónicas revelan cómo las ráfagas sirven para anunciar que deben pagarse las deudas entre distribuidores de cocaína. Pero ahora el grado de audacia fue mayor.
¿Por qué fue mayor un día viernes y en la zona norte? ¿Qué pasó en los últimos treinta días?
Algunos apuntes para pensar, para construir la memoria de las balas que casi le arrancan la vida al gobernador de Santa Fe y su señora.
Porque las balas tienen memoria, como alguna vez enseñara Jorge Luis Borges.
En los últimos cuatro viernes, la ciudad fue escenario de noticias y hechos que parecen señales que marcan un contexto: el 20 de septiembre se difundió la fotografía del jefe de la barrabrava de Central junto a integrantes de Los Monos, la principal banda vinculada al narcotráfico que comenzó a ser desmantelada a fines de mayo de este año como consecuencia de una serie de asesinatos. Esa organización tiene, por lo menos, quince años de existencia.
El viernes siguiente, el 27 de septiembre se produjo el incendio de los archivos del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos que tiene un trabajo social muy fuerte con chicos que intentan zafar del destino de ser soldaditos en la zona norte de la ciudad.
El otro viernes, ya el 4 de octubre, en barrio Larrea, acribillaron a un hombre frente a un bunker, también en la zona norte y ese mismo día decomisaron autos de alta gama atribuidos a un supuesto narcotraficante que maneja los bunkers del oeste y norte rosarinos.
Y el 11 de octubre, como queda dicho, la balacera contra la familia del gobernador.
No parece una casualidad esta última seguidilla de hechos relacionados con las disputas en la zona norte de la ciudad. Y en la misma necesidad de construir un contexto que sirva para pensar el atentado, también es necesario señalar que lo nuevo de la semana que terminó fue la confirmación de la prisión para el Panadero Ochoa, líder de la barra de Ñuls, de parte del excelente juez Beltramone. Esa decisión también marcó un cimbronazo en distintas estructuras mafiosas. Balbuceos que buscan encontrar algo de razón en medio de estas horas de profunda fragilidad existencial.
El sábado por la mañana, se realizó una conferencia de prensa en el llamado Salón Blanco de la gobernación en Rosario.
Allí se mostró la dimensión del atentado contra Antonio Bonfatti: las caras de los principales referentes políticos, no solamente del oficialismo sino también de la oposición, estaban marcadas por la conmoción y la conciencia que por simple casualidad salvaron la vida el gobernador y su mujer. Ningún oficial de la policía estuvo presente.
Y en todos surgió la idea original que hace rato exige la realidad de las mayorías que habitan la ciudad de Rosario: recuperar aquel lugar donde la violencia no era práctica cotidiana.
Hay una especulación que surgió de los diálogos con los dirigentes, la interna de la UOCRA santafesina, además de las organizaciones narcocriminales y las barras.
Pero este presente tiene un pasado.
Estas balas tienen memoria.
Hay que pensar por qué este presente, de quién es hijo y desde cuándo se viene gestando.
En la primera fila de la conferencia de prensa, estaban los ex gobernadores Hermes Binner y Jorge Obeid. Sus caras no eran similares a las de Bonfatti ni tampoco a la de Agustín Rossi, ministro de Defensa Nacional.
Quizás porque son conscientes de lo que hicieron y de lo que no hicieron en esos años donde el huevo de la serpiente creció y se desarrolló, mientras avanzaban maniobras vinculadas al lavado de dinero y comenzaba a multiplicarse la sangre joven derramada en los barrios.
Porque en esa historia silenciada, ninguneada, está el origen de esas balas.
Por eso es fundamental que aparezcan las autocríticas de los diferentes sectores políticos, sociales, judiciales, empresariales y mediáticos. Durante mucho tiempo se miró para otro lado.
Esas complicidades forman parte de la memoria de esas balas que casi matan al gobernador de Santa Fe, del mayor atentando de la historia política de los últimos treinta años.
-No luchamos durante años para tener una sociedad donde estos tipos nos quieran hacer vivir encerrados entre rejas. No tienen ningún derecho...-dijo conmovida y con toda claridad, María de los Ángeles Chiqui González, ministra de Cultura e Innovación de la provincia en diálogo con este cronista al término de la conferencia de prensa.
Tiene razón. Toda la razón.
Las balas tienen memoria.
Es hora de construirla para intentar que la vida sea mejor no solamente para el gobernador sino para todos los que viven en la provincia y el país.
EL IMPERIO
La presidencia de Richard Nixon creó el Departamento Antinarcóticos del Estado norteamericano el 1 de julio de 1973. Durante los años 60, el gobierno estadounidense impulsó el consumo de cocaína con la idea de alentar el heroísmo para ir a Vietnam. A medida que avanzaba la guerra y las derrotas, la administración estatal generó la difusión de la marihuana para apaciguar los ánimos.
A fines de los años 70, EEUU tenía 36 millones de consumidores y el mercado era manejado por los carteles colombianos: los Rodríguez Orejuela, de Cali, y Pablo Escobar Gaviria, de Medellín. A finales de los años 80, la DEA, junto al Comando Sur del Ejército imperial, promovió la ofensiva final contra esos carteles. El grueso del dinero de los consumidores norteamericanos y del derivado de la exportación hacia Europa debía pasar por la dirección inventada por Nixon.
Fue el momento de buscar una ruta alternativa, una plataforma de exportación distinta que llevara cocaína y otras sustancias hacia Europa. Surgió la geografía del 2º productor de éter a nivel mundial, este elemento químico que transforma la hoja de coca en cocaína: Argentina. Eran los primeros tiempos del menemismo. Se democratizó el consumo y comenzaron las exportaciones hacia el viejo continente.
Un doble negocio para el capitalismo y para Estados Unidos: millones de dólares y miles de pibas y pibes controlados químicamente para que dejen de surgir revolucionarios. Que crezca el delito pero nunca más el pensamiento crítico y la urgencia de cambiar la realidad. Vale más un delincuente que un revolucionario. Doble negocio: económico y político.
El país de los años 70 era un espacio donde eran posibles ciudades obreras, ferroviarias, portuarias e industriales. A mediados de los 90 no quedaba nada de aquello. Las "reconversiones industriales" fueron saqueos de las identidades barriales. El rubro servicio reemplazó al industrial y miles de chicas y chicos se quedaron sin empleo y sin futuro. Los grandes partidos políticos se acomodaron a la ola de destrucción de las ciudades obreras, industriales, portuarias y ferroviarias.
En la primera década del tercer milenio, los ex barrios trabajadores mutaron en zonas rojas como sucedió en las tres grandes ciudades. Fruto también de la hipocresía de los grandes medios de comunicación que satanizaron esos puntos de la geografía urbana desde el centro de la ciudad, lugar donde se lavaba dinero desde hacía tiempo y en los que comenzaba a hablarse del boom inmobiliario. Las pibas y los pibes empezaron a sentir su valían menos que los demás y que, para colmo, cada vez tenían menos palabras para decir lo que querían y expresar por qué no querían otro tipo de cosas.
CONSUMIDORES CONSUMIDOS
Luis Fernández Cuevas tenía catorce años y apareció muerto el primero de setiembre en barrio Santa Lucía, en Rosario. Antes de morir lo mutilaron y lo quemaron. La investigación del crimen sigue la hipótesis de que el chico era soldadito de un grupo narco y que su muerte estaría ligada a la destrucción de un bunker ocurrida hace dos semanas en 27 de febrero al 7.600.
En la ciudad de los niños, la matriz sigue siendo pibes consumidores consumidos, soldaditos inmolados en el altar del salvaje y feroz dios dinero.
Una maestra con casi tres décadas de aprender de los chicos en la zona del Gran Rosario, escribió: "...El tiempo pasó rápido y todo se ha vuelto extraño. Los niños se disfrazaban de soldaditos para los actos. Sanmartines y Belgranos, portaban sables corvos de cartón corrugado. Y lo siguen haciendo, para cada aniversario. Pero las palabras cambiaron su sentido. Mutaron y nombran otros mundos, coexistentes, ¿cómo puede ser que no los veamos? Armas y soldaditos niños resuenan en las tapas de los diarios. La cosa cambió. ¿Dónde estábamos nosotros? ¿Cómo no nos enteramos?...", sostuvo la docente, militante y escritora Betty Jouve en la presentación de su libro "De guardapolvos y campanas".
¿Cómo no nos enteramos?, se pregunta Betty. Una inquietud que deberían hacerse los máximos responsables de los partidos políticos mayoritarios, no solamente en la provincia de Santa Fe, sino también en Córdoba y Buenos Aires.
Cuando el 6 de setiembre de 1991 fue asesinado Regino Maders, su familia denunció que se trató de un crimen estructural ya que detrás del matador estaban las relaciones del gobierno de Eduardo Angeloz con el narcotráfico y los reciclados policías de los tiempos de la dictadura en épocas del genocida Luciano Menéndez.
En el año 2002 fue detenido uno de los asesinos de Maders, Hugo Oscar Cíntora, relacionado con dos sospechosos anteriores, Carlos Guidone, apresado en 1993, y Dardo Navarrete, otro ex policía detenido ese mismo año, que fueron sobreseídos. En estos días de fuego desbocado y beatificaciones de curas gauchos, ese pasado impune denunciado por la familia Maders, reapareció con fuerza: el ministro de Seguridad, Alejo Paredes, y el jefe de la policía provincial, Ramón Frías, renunciaron como consecuencia de conexiones de sus subordinados con el narcotráfico. Y ambos, Paredes y Frías, por otro lado, también están vinculados a los siempre reciclados proveedores de la muerte de los tiempos del terrorismo de estado.
Eso ya se sabía desde 1991 pero miraron para otro lado.
Está bien que una maestra se pregunte: "¿Cómo no nos enteramos?". Pero el poder político, legislativo y judicial de Córdoba y Rosario ya sabía de qué se trataba el desarrollo del capitalismo a partir de los años 90 y las mutaciones que producía al interior de la sociedad y su feroz consecuencia en los pibes.
Lo mismo sucede en la provincia de Buenos Aires y la fenomenal avanzada que se está haciendo sobre los pibes en la idea de bajar la edad de imputabilidad a los catorce años.
La Comisión Provincial por la Memoria del primer estado argentino ha demostrado que no tiene sentido la nueva persecución contra los chicos.
En el primer estado de la Argentina, las cifras judiciales demuestran que la participación de los adolescentes entre 16 y 18 años en los delitos es ínfima. "La Oficina de Estadísticas de la Procuración de la Suprema Corte informa que en 2012, sobre un total de 685.808 investigaciones, el 4,3% (29.550) corresponde a investigaciones tramitadas en el fuero penal juvenil. El 95,7% (656.258) corresponde a personas mayores. En tres años los delitos de los jóvenes aumentaron 2 %, mientras el de los adultos aumentó 3 %", apunta un informe de la Comisión Provincial por la Memoria.
PIBES Y CAPITALISMO
Hay 30 mil detenidos en las cárceles de la provincia de Buenos Aires, el primer estado de la República Argentina, y la mayoría de ellos son pibes y pibas menores de veinticinco años. Para la Comisión de la Memoria bonaerense, las fuerzas de seguridad esclavizan a muchos de ellos y les dicen que si no venden drogas o roban les va a pasar lo mismo que a Luciano Arruga, los terminarán matando.
En la provincia de Santa Fe, mientras tanto, en los últimos dos años se detuvieron 120 chicos entre 16 y 18 años, relacionados al negocio de la venta de estupefacientes, mientras no hay ni media docena de grandes empresarios detenidos que fueran identificados como inversores en la importación de cocaína.
Y en Córdoba, este 6 de setiembre se cumplirá 22 años del asesinato del ex senador provincial, Regino Madres, que denunció, allá por 1991, que la droga era repartida en las camionetas de la Empresa Provincial de la Energía con absoluto conocimiento del poder político de entonces.
Postales que hablan a las claras de la continuidad del negocio narco en las principales provincias argentinas y de su principal consecuencia: la sangre joven derramada en las calles de los barrios de las grandes ciudades.
Por eso es necesario repasar una tentativa de historia política del narcotráfico en estos arrabales del mundo. Porque el narcotráfico no es un fenómeno delictivo aislado, se trata del circuito de dinero fresco que tiene el sistema capitalista.
Enfrentar al narcotráfico es enfrentar al capitalismo.
O por lo menos reducir su ferocidad.
Y comprender las decisiones tomadas por el imperio a partir de los años 70.
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Imagen: Archivo Postales
Carlos Del Frade: Escritor, periodista y docente. Nació en Rosario en 1963. Autor, entre una treintena de trabajos, de "Postales del ex-cordón industrial del Gran Rosario"; "La iglesia y la construcción de la impunidad"; "Desaparecidos desocupados"; "El Rosario de Galtieri y Feced"; "Santa Fue, una provincia robada"; "Matar para robar"; "Ciudad blanca, crónica negra"; "Central Ñuls, la ciudad goleada" y "Perón, la Triple A y los Estados". Fue director periodístico de Radiohistorias (Radio Universidad Rosario) y La Voz del Grillo" (Televisión Regional de San Lorenzo). Es redactor de la Agencia de Noticias Pelota de Trapo y de las revistas El Vecino y El Eslabón (Rosario) y Prensa Regional (Alcorta). Entre otros premios, obtuvo en varias oportunidades el Martín Fierro por su labor en radio; y en el 2005 recibió el Premio Nacional Arturo Jauretche por su labor en los medios de comunicación. En el año 2015 fue electo diputado provincial por el Frente Social y Popular, cargo para el que fue reelecto en el año 2019.