Crónicas

ESCUELA ORQUESTA ALCORTA / Ariel Palacios
CUANDO EL RÍO SUENA

Hacia septiembre de 2015, el patio de la Escuela Nº 181 Dr. Nicolás Avellaneda era inundado por un río claro, serpenteado, plagado de sonidos nuevos. El río brotaba de las manos de un grupo de chicos y chicas que tejían, sobre la base de viejos acordes, el arte de lo propio. Nacía así, para los ojos y los oídos de la comunidad, la Escuela Orquesta Alcorta. A más de un año de aquella presentación, la experiencia sigue su curso y, como buen río que es, lleva consigo un tesoro que fluye. Navegar y dejarse navegar es la consigna. Son trece pibes y pibas que nos invitan a la aventura de compartir, de sensibilizarnos, de permitirnos la emoción, de escuchar en tiempos de aturdimiento y confusión. Esta crónica, escrita sobre un fondo de agua, habla de ese recorrido que desborda en notas y muestra las pequeñas claves de un futuro y de una música colectiva posible.


INICIATIVAS
Sus nombres son: Mirko Sebastián, Franco Leombruno, Envar Cadús, Macarena Mutto, Camila Mutto, Marcos Zarich, Leonel Acuña, Julián Acuña, María Joaquina Albornoz, Sofía Acuña, Bruna Pignataro, Erica Córdoba, Santos Capparuccia. Ellos formaron parte durante 2016 de la Escuela Orquesta Alcorta, espacio coordinado por los "profes" Juan Manuel Díaz y Pablo Cavacini.
Con sede en la Escuela Nº 181 Dr. Nicolás Avellaneda, el proyecto educativo-musical se enmarca en una propuesta provincial que, además de incluir a nuestra localidad, abarca lugares como Armstrong, San Lorenzo, Puerto General San Martín, San Jerónimo Sud, Reconquista, Cañada de Gómez, Correa, Serodino, Villa Cañás, Santa Fe, Villa Constitución, San Genaro, Vera, Pérez, Timbúes, Tostado, Avellaneda, San Cristóbal, San Jorge, Las Rosas, Rafaela, Venado Tuerto, Villa Gobernador Gálvez, Casilda, Totoras, Oliveros, Sunchales, Funes, Santo Tomé, Rosario y Esperanza.

Según sus impulsores, los ejes del proyecto pasan por el "fortalecimiento de la inclusión; la igualdad de oportunidades y derechos entre niñas, niños y adolescentes; la calidad de los aprendizajes; y la participación ciudadana".
En cuanto a las escuelas que dan cobijo a la experiencia, el discurso oficial señala: "en el marco de la política educativa provincial reafirmar el rol social de la escuela implica pensarla en relación con el entramado de instituciones sociales que componen un territorio y una comunidad. Las escuelas no sólo se constituyen como la sede de funcionamiento de las orquestas, sino que también forman parte de la ampliación y enriquecimiento de las trayectorias educativas". Y más adelante afirma que "esta iniciativa implica para la escuela una renovación del modelo pedagógico, potenciando la enseñanza del lenguaje musical y garantizando la accesibilidad a los bienes culturales".
Hasta este punto, la letra del contrato. Veamos ahora qué pasa en lo concreto, acá a la vuelta, cuando nos metemos al agua.

REMAR CON GUSTO
Más allá de los argumentos recién compartidos, Juan Manuel Díaz se detiene en el trabajo cotidiano que, junto a su compañero Pablo, lo lleva a remar con gusto por las aguas de la música y la infancia. "Actualmente son 13 alumnos con dos profes los que vienen trabajando. Algunos comenzaron a fines del año pasado, otros se anotaron este año. Podríamos decir que 13 es el grupo establecido. Comenzaron muchos. Después, como algunos chicos dejaron y otros siguieron, el grupo establecido somos 13. Grupo establecido quiere decir un montón de cosas. Realmente entre ellos hicieron un lindo grupo en donde hay tiempo para escuchar al otro. Aprendemos a tocar juntos, que no es lo mismo que ensayar uno en la casa o tocar solo. Funcionan como grupo y eso no es poco para nosotros: nos deja súper conformes a mí y a Pablo", dice Juanma.

En relación al espacio donde semanalmente se encuentran pibes y profes, Juan Manuel opina que "es parte de una actividad escolar. Si bien el año pasado comenzó con muchas dudas, se va estableciendo y cada día que pasa se va enclavando más en el ámbito escolar. La Escuela 181, que es nuestra escuela sede, pasa a tener más relevancia y eso, en mi opinión, es bueno porque le da cierta formalidad y estabilidad. En los proyectos que tienen que ver con el arte es muy preciada la estabilidad. Estamos acostumbrados a ver, generalmente, talleres que surgen y que después es difícil mantenerlos en el tiempo. Para nosotros sería importantísimo que esto logre estabilidad en el tiempo, más allá de los profes que sean, pero que la Escuela Orquesta Alcorta esté y sea un espacio abierto y que todos los años sepamos que está firme en ese lugar y que puede haber un proceso de enseñanza y aprendizaje con tiempos lógicos".
El desafío de la construcción grupal y del reconocimiento de lo que nos es propio tampoco escapa a la charla con Juan Manuel Díaz. Así, el músico y docente interpreta que "a veces pretendemos que en seis meses los chicos sean músicos o artistas o pertenezcan a un grupo, pero eso no es fácil, no es magia. Así que estamos con toda la expectativa que esto siga creciendo y que el pueblo de Alcorta lo tome como propio".

POR ELLOS MISMOS
Dos de los protagonistas de la experiencia se le animan al grabador y toman la palabra: son María Joaquina y Envar, de 11 y 9 años, respectivamente.
María Joaquina rompe el hielo y con tono seguro afirma que lo suyo es "la guitarra", y cuenta que se inició en el aprendizaje del instrumento "dos años y medio antes de entrar a la orquesta". Por su parte, Envar, que también toca guitarra, dice que empezó "en mayo" de 2016. En su caso, no contaba con conocimientos previos en el arte de templar las seis cuerdas.
¿Cómo son las jornadas de ensayo semanal? La guitarrista explica que "los días miércoles tenemos clases individuales o en pequeños grupos y nos van pasando parte por parte hasta que nos salga y la tocamos entre los pequeños grupos que tenemos los miércoles. Y después los jueves tenemos un ensayo todos juntos, guitarras y charangos, y ahí cada uno toca una parte diferente". El joven violero se suma y sintetiza: "los miércoles tocan uno, dos o tres. Y los jueves se reúnen todos".
Con respecto al repertorio que interpretan, María Joaquina detalla: "tenemos cuatro canciones y una que es nueva. Una es el bailecito, que todavía estamos aprendiendo. Otra es el huaino, que fue una de las primeras con las que yo arranqué; otra es 'El cóndor pasa', el carnavalito y el vals. En todo el año vamos tocando canciones entre todos, hasta que nos salga todo bien". Sobre este punto, Envar agrega que, antes de embarcarse en la Escuela Orquesta, pensaba "que me iban a enseñar a tocar varias canciones y después las iba a tener que memorizar y tocarlas". Evidentemente, la cosa va por otro lado, porque ante la pregunta acerca de si eso es así como lo imaginaba, el muchachito apela a un "más o menos", y remata: "en realidad era que nos daban canciones, pero nos daban ritmos".

Entre octubre y diciembre de 2016, el grupo realizó varias presentaciones. Tocó en la Sala Grito de Alcorta en dos ocasiones, y recorrió establecimientos educativos de la localidad compartiendo su música. Sin embargo, para ambos entrevistados la actuación más impactante de ese año fue la que llevaron adelante en Venado Tuerto y que reunió sobre el escenario del Centro Cultural Municipal de dicha ciudad a varias escuelas-orquestas. "Era todo así como un teatro grande, gigante. Fuimos todos en combi. Allá había más orquestas: había de violines, violonchelos, de clarinetes, pianos, también había de acordeón", dice fascinada María Joaquina. Envar coincide: "estuvo re-bueno porque aparte estábamos en un escenario re-grande y también había un montón de luces, donde nos reunimos con un montón de orquestas de otros lugares".
Obviamente, para una actuación de este tipo, con tantos músicos juntos, se requiere de ensayos que -en este caso- se dieron por separado y que confluyeron en un ensayo general horas antes de la presentación. Esta cuestión, la de subirse a un escenario, es abordada por el guitarrista, quien confiesa que "es mejor, me gusta más tocar: es lo que más me gusta". Y en esto rescata lo grupal: "nos llevamos bien y somos… un millón y medio, somos un montón". La dama opina lo mismo: "nos llevamos bien. Por ejemplo los jueves, cuando tocamos todos juntos, tenemos un recreo y jugamos. Jugamos a la escondida y todo eso".

Este 2017 recién amanecido ya late en las cuerdas de las guitarras de María Joaquina, de Envar y de todos los integrantes de la Escuela Orquesta Alcorta, pero puntualmente para ella este año va a ser "mejor, vamos a recorrer más lugares", en tanto que él imagina que "nos van a enseñar cosas más como avanzadas y va a ser un poco más difícil. Para tocar tal vez nos pongan cosas que son medio difíciles de tocar y siento que va a ser como más avanzado. Pero igual va a ser re-divertido".
Como advertirán los lectores, el río seguirá sonando.

REPERTORIO COMÚN
El proyecto de las escuelas-orquestas en la provincia de Santa Fe cuenta entre sus fogoneros a la profesora Derna Isla. Su nombre no puede pasarse por alto, como tampoco la historia que la llevó a impulsar junto a otros docentes de música una experiencia de este tipo.
En diálogo con Prensa Regional, Derna rememora los comienzos, en el contexto de la crisis que derivaría en los estallidos sociales de 2001: "Yo soy docente, y en ese momento era docente de escuelas-comedores que las queríamos convertir en escuelas-orquestas, porque eran lugares de educación, de formación, también de mucha contención social en aquel momento. Entonces observaba que había mucho espacio ocioso en el contra-turno escolar, a la tarde. Los chicos tenían muchas potencialidades, muchos dones, pero había que despertar esos dones. Yo era docente de educación musical y un día, preparando un acto escolar -era un carnavalito, los chicos cantaban y se acompañaban con un bombo y una guitarra- llamé a una compañera de la Orquesta Juvenil de la Universidad y a los chicos les encantó. Era un violín, y les encantó. Le comenté a una compañera de trabajo: '¿qué te parece si los chicos empiezan a ser parte, a la tarde, de una orquestita?'. En aquel momento era un poco surrealista la propuesta, era un momento de mucha desintegración social y era impensado pensar en violines".
El esfuerzo dio sus frutos, al punto que "hoy es un sueño hermoso", según dice Derna Isla. Y amplía: "normalmente las orquestas estaban donde hay mayor complejidad social, y que ahora estén en los pueblos de la provincia de Santa Fe, y que el ministerio haya posibilitado esto, es maravilloso. Porque los niños están en las escuelas y los pueblos también son parte del sistema de educación santafesino y es generar oportunidades. Cuando yo era pequeña -soy de un pueblo, Serodino- a los 5 años empecé a estudiar música y mi única opción eran piano y guitarra. No había otra opción, no había violín en mi pueblo, y no solamente yo no tenía otra opción sino que ningún chico de mi pueblo podía estudiar. Siempre hubo como una semillita ahí: ¡cómo me gustaría una orquesta para mi pueblo!".

Cabe aclarar que, surgidas en Venezuela en 1975, las llamadas orquestas sociales se fueron multiplicando no sólo en América Latina, sino también en Europa, Asia y África. En clave local, Derna Isla reflexiona acerca del sentido de las mismas: "lo que creo es que hoy en día y de diferentes maneras los tejidos sociales siguen un poquito fragmentados, y hay que unirnos a través de la música. No importa si sos de una ciudad, de un barrio, o de un pueblo. Tenemos que encontrarnos todos en la misma partitura de un carnavalito, del himno nacional argentino o del himno a la alegría. Porque la orquesta es un ensayo de sociedad y es un ensayo de concertación social, donde para poder convivir es condición sine qua non escuchar al otro, y que cada uno proceda a su tiempo. La orquesta es una escuela de valores y qué es más pertinente en este momento que abrir estas escuelas de valores para los chicos. Yo creo que se están sembrando espacios de concertación, de ciudadanía. Después, si los chicos son músicos o no, es otra discusión y no es el objetivo".

Como los brazos de un río, la música corre en variadas direcciones. Nutre cada vez nuevas formas de vida. Las vidas avanzan y traen y dejan y llevan sonidos que unen a los hombres y mujeres con las mágicas regiones de la infancia, y a los pibes con los seres que serán en el futuro.
"Hoy, a esta hora, un chico en un pueblo está tocando su violín, en un barrio de la ciudad de Santa Fe también está tocando, y en Reconquista también está tocando. Eso queda para siempre, es una huella, un antes y un después. Creo que la gente, cuando empiece a acompañar a los chicos, a los encuentros de orquesta, a los festivales, que se empiecen a movilizar las familias, y que localidades pequeñas reciban a familias, se empieza a construir un repertorio común. Yo creo que es algo muy lindo para los chicos y todos van a ser parte del proyecto: los papás, las escuelas, la sociedad civil. Son sueños que van a florecer", dice Derna Isla.

Así, sobre un fondo de agua, busca su clave de sol la crónica.
La niñez desborda y arrastra un pentagrama.


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Ariel Palacios: Escritor y periodista nacido en Alcorta en 1973. Es licenciado en Comunicación Social (UNR, 2002). Colaboró con el Instituto Gino Germani (Facultad de Ciencias Sociales, UBA) en una investigación sobre el impacto de las políticas de los años 90 en los pueblos rurales de la pampa húmeda. Desde el año 1997 dirige la Revista Postales (Alcorta), y es redactor del periódico Prensa Regional. En televisión, obtuvo los premios ATVC 2001 y ASTC 2003 por "Audiencia debida. Crónicas del sur" (Cablevisión Alcorta / Sacks Paz Televisora); y el Premio Juana Manso 2011 por "Estación Sur", en las mismas emisoras. En 2003 publicó "Historias a campo traviesa. Sangre, soledades y fuegos en la Argentina rural" (Tropiya / UNR Editora) y en 2009 "Combatiendo al capital. Rucci, sindicatos y Triple A en el sur santafesino" (Editorial Municipal de Rosario), en co-autoría con Jorge Cadús.