Crónicas

EL MODELO DEL FERROCIDIO / Andrés Sarlengo
VENADO TUERTO: 30 AÑOS SIN TRENES

El 12 de enero de 1991 –según la Asociación Amigos del ramal Victoria-Pergamino- fue la última vez que un tren de pasajeros unió Retiro con Venado Tuerto. Puede que estas palabras suenen a nostalgia, pues el tren significó y demarcó mucho e intensamente mi infancia y adolescencia; e incluso más que la escuela y el incipiente trabajo que se asomaba en mi vida. Treinta años sin tren de pasajeros entre Buenos Aires y Venado Tuerto. Y tras esa simple imagen (por decirlo de algún modo) hay una historia política, social y económica que se definió por los intereses de la clase dominante.


El ferrocarril es una construcción histórica (que si bien tuvo carácter de yugo imperialista en nuestro país) conjugó brazos, cerebros, corazones y vínculos de trabajadores y pueblos. “Donde llegaba el ferrocarril, llegaba el progreso”, señalan los escritos liberales y no tan liberales. El tren fue y es salud, educación, transporte y trabajo. Y entre las locomotoras y los talleres también se gestaban rebeliones, huelgas y fuertes luchas por defender salarios, derechos y al tren mismo.
Que Venado Tuerto no tenga un tren de pasajeros es señal de contradicciones: por las vías y las rutas se va la riqueza que producimos y transportamos; y nosotros solo nos quedamos mirando el verde pasto si hay buenas lluvias, pues el verde dólar se concentra en pocas cuentas bancarias.
Venado Tuerto es un caso modelo del Ferrocidio. Un Ferrocidio como un plan sistemático de cortar/asesinar/obstaculizar el vínculo entre pueblos y trabajadores para que otros medios de transporte lleven la mercancía, los productos de la plusvalía y los lazos que traman los proyectos de la burguesía.
Metáfora mediante: Sigmund Freud supo describir la subjetividad que configuraba los movimientos del tren en las personas. Hoy como todo es simbólico y desmaterializado pareciera que los sujetos vivimos quietos pegados al celular: Moyano y los camiones de las transnacionales trasladan los objetos y productos del extractivismo capitalista: soja, petróleo, minerales y empaques pedidos por internet…
Venado Tuerto, la ciudad que mira todo con su ojo derecho… es una de las tantas poblaciones atravesadas por el Ferrocidio. Al menos los laburantes nos vimos afectados por ese ataque burgués: “el transporte público también es una cuestión de clases sociales”.

En una de las tantas entrevistas que le hice a Juan Carlos Cena le pregunte: ¿Qué sucedió con el ferrocarril argentino durante el Proceso de Reorganización Nacional? Según tus investigaciones desde los años ´50 comenzó un largo período de enajenación del ferrocarril.
- ¿Cómo ocurrió lo que vos llamas Ferrocidio?
- Lo peor, fue la represión. Tenemos 114 compañeros desaparecidos. El primero ocurrió en tiempos de Isabel, en Tafí Viejo, el compañero había sido miembro de la Resistencia Peronista de Tafí Viejo. Señalo esto porque las desapariciones comenzaron bajo la “democracia isabelina” y no hubo distingos ideológicos. El tema de la destrucción de los ferrocarriles comienza después del golpe de 1955, con el informe Verrier aprobado por Prébisch. Luego se profundiza con Frondizi y se va instalando la industria del transporte automotor. El famoso Plan Larkin, proyecto del impero a través del Banco Mundial y del BIRF.
La huelga de 42 días en 1961 de los ferroviarios detiene el proyecto, no lo anula. La política de todos los gobiernos tiene la misma tonalidad. Solo el Dr. Illia tiene preocupación por los ferrocarriles. Mientras se va instalando en la sociedad que lo privado es lo ideal, camino al paraíso, que los únicos que pueden derramar la copa de la abundancia es el capital privado y así… la sociedad lo cree, lo incorpora y milita a favor del fin de las ideologías, todo un desarme cultural y así nos van ganando la batalla. Batalla donde son muy pocos los intelectuales que estuvieron al píe del cañón, los sueldos de las becas y de las fundaciones son un muy buen abrigo.
En la dictadura militar la represión sobre nosotros fue feroz, 114 compañeros desaparecen. Viene el Alfonsinismo con su estado democrático relativo, inicia el primer intento de descuartizar los ferrocarriles con el Plan Terragno, luego viene Menem y con la misma iconografía y simbología de la nacionalización los destruye. La enseñanza es: que el enemigo nunca descansa, trabaja sin apremios y sin tiempos en todos los frentes. Y están unidos, y su vocación fundamental es la ganancia máxima, y si para lograrlo tiene que hacernos trabajar de sol a sol de la cuna a la tumba, lo va hacer.
- ¿Un ferrocarril al servicio del pueblo en qué consistiría?
Cena: En primer lugar para que el ferrocarril esté al servicio del pueblo deben ser estatales como en todos los países del mundo. Porque en esos países funcionan como un servicio público, y no como acá que son un servicio privado, donde la ecuación fundamental es la rentabilidad. El Beneficio Público, es la ecuación. No se puede pensar en rentabilidad cuando acarreas agua, trenes sanitarios, comunicas las regiones, vertebras las economías regiones, llevas las comunicaciones, trenes solidarios en tiempos de sequías, entre otras cosas.

Treinta años sin trenes de pasajeros en Venado Tuerto. Más que nostalgia es asumir y comprender que el ferrocarril es una cuestión de clases sociales y al servicio de qué intereses se pone.
Más que el pasado es ver cómo hacemos para dar vuelta la taba de tanta explotación y mentira.

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Imagen: Ariel Palacios



Andrés Sarlengo: Es periodista, escritor y docente. Ejerció la tarea periodística en FM Serena, Canal 12 de Venado Tuerto, el diario La Guía Semanal y colaboró con la Agencia de Noticias Argenpress. Ha publicado -entre otros trabajos- “La democracia entre preguntas” (2008, declarado de Interés Social por el Concejo Deliberante de Venado Tuerto), “El Crimen Educativo” (2012), “¿Intelectuales entre preguntas?” (2014) y “Sueltos, o pensar de a ratos” (2019). En radio produce y conduce Contrapuntos (con más de 700 ediciones al aire) y El Guardapalabras.